23 de septiembre de 2011

Delicia finlandesa (Le Havre - Zinemaldia 2011)

Zabaltegi - Perlas


"Esto es una catástrofe. Lo llaman película porque estamos en un Festival de Cine... pero es una catástrofe". (Palabras del propio Aki Kaurismäki presentando su película en San Sebastián, en una introducción muy divertida, a su estilo)

La dueña de un bar a cuyo marido han metido en la cárcel, los clientes del bar hablando de mejillones y otros moluscos como si tal cosa, un comisario que siempre va de negro al que le gusta madrugar, el frutero y la pastelera del bario, un chaval negro sin papeles y un hombre que le ayuda, teniendo a su mujer enferma en el hospital. Todos esos personajes componen la galería de Le Havre, la nueva joya (con razón, una Perla) del finlandés Aki Kaurismäki, todo con la típica musiquilla bohemia francesa de fondo en El Havre, en la región francesa de Normandía.

El surrealismo en esta película está muy presente en sus diálogos, cosa que puede no gustar demasiado a según qué tipo de espectadores. Lo bueno es que entre frase y frase surrealista, Kaurismäki introduce otras que hacen que la historia avance, con sus ritmos tranquilitos, muy bien puestos, que no son más que un añadido que hace más divertidas si cabe algunas escenas.

La iluminación es algo fantástico, habitual en Kaurismäki: encuadres con la parte superior en penumbra y el resto iluminado, sin ningún efecto más, donde cada objeto de la escena tiene un color peculiar y único que es una fiesta para la vista.


Todos los actores están estupendos, incluido Little Bob, aquel que protagoniza una de las mini-historias más bonitas del film, para poder hacer posteriormente un concierto donde es la estrella. En realidad toda la película son mini-historias, con el hilo conductor del chico negro, donde en una pequeña conversación y en poquito rato ya se ha contado al espectador buena parte de la vida de alguno de los protagonistas con maestría.

Con el lema francés Liberté, egalité, fraternité (libertad, igualdad, fraternidad) llevado a muy buen puerto,la película rezuma amabilidad y buen rollo por los cuatro costados, siendo imposible no acabar de verla con una sonrisa en los labios. Incluso es inevitable encontrar ciertas similitudes en algún momento con la inolvidable Casablanca (sí sí, esa de Michael Curtiz de 1942, con aquel final tan mítico...)

Lo dicho: una joya.

Un 9.

PD: Jean-Pierre Leaud, el mítico actor que tanto trabajó con François Truffaut y protagonista de Los 400 golpes (primera colaboración entre ellos), hace un pequeño papel en la película.

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